"Sloane Stephens no participará por lesión en el Abierto de Estados Unidos". Hace exactamente un año, la tenista norteamericana de 24 años anunciaba su ausencia en el último Grand Slam de la temporada. 365 días después nadie imaginaba que esta joven deportista no solo estaría disputando la final de ese torneo, sino que también estaría resurgiendo como un ave fénix: de ser la número 957 del mundo, a principios de agosto, a ocupar al menos el puesto 22 del ranking, algo que la WTA reflejará de forma oficial este lunes.
Tras 11 meses de baja por una grave lesión en el pie izquierdo que le hizo pasar por el quirófano, Stephens volvió a las canchas en Wimbledon en junio de este año, donde perdió en primera ronda 6-2 y 7-5 ante su compatriota Alison Riske. En Washington tampoco tuvo un buen debut y cayó 7-6 y 6-0 ante Simona Halep. Toronto fue el punto de inflexión. Allí Stephens, que llegaba con ranking protegido —sin pérdida de puntos por la lesión— alcanzó la semifinal dejando en el camino a jugadoras importantes como Petra Kvitova (13ª del mundo) y Angelique Kerber (14ª del mundo). En semis, perdió 6-2 y 6-3 ante la danesa Caroline Wozniacki (6 del mundo).
Sloane Stephens seguramente no se conforme con esto. En 2013, con tan solo 20 años, alcanzó su ranking más alto ocupando el puesto número 11. Ganó su primer título en Washington 2015 y tres campeonatos más en los primeros cuatro meses de la temporada 2016. La grave lesión tras los Juegos Olímpicos de Río y la baja de 11 meses debido a ello no parecen haberla derrotado.
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