De nuevo Lionel Messi, con una gran actuación ante Nigeria, volvió a desnivelar la balanza a favor de Argentina, que ganó 3-2 con dos goles del delantero albiceleste para dejar a su equipo en el primer puesto del grupo F con pleno de victorias en los tres partidos de la fase de grupos. Messi ha confirmado que es el mesías de Argentina. Es el único de su equipo capaz de hacer algo distinto, de poner una marcha más a un juego plano de una selección que disipa cualquier duda con las actuaciones del jugador del Barcelona. Sin él, Argentina sería otra cosa. Su entrenador, Alejandro Sabella, declaró el día antes del duelo que hay que quitar presión a su figura porque hay más jugadores que pueden tirar del carro. Pero hoy por hoy, es casi imposible. Sin ningún escudero al lado, Messi tendrá que soportar la presión él solo. No hay otra. Y es que Argentina tiene dos mediocentros, Javier Macherano y Fernando Gago que apenas aportan creación. El primero, por lo menos da equilibrio defensivo, pero el segundo tiene un ritmo futbolístico cansino. Da muchos pases cortos, al pie, sin profundidad y sin velocidad. Ese es el ritmo de Argentina.
Con una excepción. Cuando coge el balón Messi. Y hoy, lo volvió a hacer. Desde el segundo minuto lanzó a sus compañeros y ánimo las gargantas de un estadio que parecía La Bombonera de Buenos Aires. Porto Alegre, frontera con Argentina, atrajo a cien mil hinchas albicelestes. Cerca de 80.000 se quedaron fuera del estadio Beira-Rio.
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