PARÍS, Francia (Jordi Blanco, ESPN Digital) -- Italia mandó a casa a la campeona. Al cabo de 22 años de la última vez que la derrotó en un partido oficial y tras haber sufrido en primera persona la tiranía de la mejor España de la historia, la escuadra azzurra disfrutó el dulce sabor de la venganza con una victoria incontestable.
Le bastó con un gol de Chiellini poco después de la media hora y le sobró tras un partido inconmensurable, en el que los hombres de Antonio Conte hicieron buena la máxima de su entrenador: el grupo, la entrega, la solidaridad y la fe por encima de todo.
Eso y, desde luego, una maravillosa lección táctica con que el entrenador italiano obsequió a quien sospechase o anunciase a priori que el catenaccio iba a ser la razón de ser de la azzurra en Saint-Denis.
Sorprendida por una intensa lluvia y una salida atrevida y ambiciosa de la selección italiana, España sufrió, y de qué manera, en los primeros minutos, encomendándose a un De Gea espectacular para sacar una mano milagrosa al cabezazo de Pellè primero y a la chilena de Giaccherini después, aunque la jugada ya había sido invalidada.
La incomodidad de la campeona se reflejaba en el rostro de sus medios, con Iniesta desasistido y muy marcado, Busquets demasiado exigido y la defensa, presionada hasta la asfixia, no pudiendo sacar el balón con ninguna comodidad.
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