Luis Suárez, por partida triple, catapultó al Barcelona a la final del Mundial de clubes, donde se encontrará con un River Plate que, seguramente, debió tomar buena nota del peligro que representa el crack uruguayo.
El colico nefrítico que apartó a Messi del partido y que amenaza con impedir que dispute la final del domingo frente al River Plate no evitó que el campeón de Europa se mostrara infinitamente superior al campeón de Asia. Sin Messi y Neymar, Suárez se bastó para convertir el partido en goleada.
El equipo azulgrana no precisó brillar más de lo necesario para golear a un Guangzhou Evergrande que se estrelló ante Bravo en la única ocasión clara de gol que tuvo y que tras acabar la primera mitad (1-0) con un más que decente rendimiento, se hundió en el segundo acto, cuando el Barça le apretó y mostró la diferencia entre ambos.
El campeón de Europa precisó 39 minutos para hacer visible en el marcador su indudable superioridad. Poco después de que Shuai Li salvara a bocajarro el remate de Munir tras un gran pase interior de Iniesta, un potente tiro desde fuera del área de Rakitic fue rechazado de cualquier manera por el meta chino, hacia adelante y dando la oportunidad a Suárez de acudir al remate para marcar el 1-0.
El uruguayo mostró en la jugada ese carácter especial que diferencia a un bueno de un grande; a una estrella de un auténtico crack excepcional. No sólo intuyó el rechace al remate de su compañero, sino que fue a buscarlo. Y encontró el premio.
Poco después un balón colgado al área azulgrana acabó con un remate picado que Bravo salvó de manera excelente. ¿La diferencia entre Bravo y Li? El chino rehazó como pudo, de cualquier manera, mientras que el chileno lo hizo al lado, hacia un lateral impidiendo el remate de Zheng que acudía siguiendo la jugada.
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